jueves, 22 de abril de 2010

Let's go to Monkeys!


Café en el lago Victoria
La gente anda atareada por cualquier cosa.
Una taza que llevar a la cocina.
Un taxi al que llamar
Una iguana bicolor me mira desde su piedra de cantos redondos
Y todavía me quedan 3 días para volver al Serengeti.
Visitas y ferias, baños en la piscina de rocas cuando nadie me mira.
Batido de fruta fresca servido por Masudi.
El barman que escucha.
Y me gustaría estar por la Gran vía caminando
disfrutando del sol primaveral en las calles
modernos y señoras mezclándose.
Tiendas de segunda mano por descubrir
donde buscar ese broche.
Y mi próximo destino?
Brasil, Tailandia o Los Estados Unidos.
A veces me gustaría mirar por la cerradura que da a mi futuro.
Y saber donde estaré en seis meses.
Aunque la espera también es fiesta.
De colores, olores, sonidos y tacto
"Que yo me contradigo?
Pues si. Me contradigo. Y, qué?
(Yo soy inmenso, contengo multitudes)
Me dirijo a quienes tengo cerca y aguardo en el umbral:
Quien ha acabado su trabajo del día? Quien terminó su cena?
Quien desea venirse a caminar conmigo?
Os vais a hablar después de que me haya ido, cuando ya sea muy tarde para todo?"
Walt Whitman. Hojas de Hierba.
(Veo un vídeo de Michael Jackson, Black & White donde ese niño de nombre impronunciable, Macaulay Culkin, juguete roto de hollywood se rebela en contra de su padre por querer escuchar la música MUY alta.) Y el mundo se me hace maravillosamente surrealista y lejano.

martes, 20 de abril de 2010

Excuse me, what is the secret for your soul?


Legué a Nairobi cuando anochecía.
Estuve dando vueltas por las diferentes terminales durante un tiempo impreciso.
Mi maleta azul sonaba cansada al sentirse arrastrada de un lado a otro.
Sin destino concreto.

Me picaron unos cinco mosquitos en las piernas mientras tomaba una Coca-Cola en botella de vidrio, 350ml

Nairobi me pareció una ciudad muy grande.
Grandes edificios, grandes y desordenadas avenidas.
Grandes parques y grandes supermercados.
Tenía hambre.

Fumaba un cigarro en el balcón con la vista fija en el otro extremo de la calle.
Volvía a la civilizacion, pero no por mucho tiempo.








Esa mañana nos despertó el sol.

Abandonamos el irritante sonido de la alarma.

Y me vestí despacio dentro de la tienda de campaña.

Hacía calor y el viento no soplaba.

Lentano hervía agua para hacer chai.

Y delante de mi sólo había colinas de un verde intenso.


Comenzamos el paseo que nos condujo andando hasta moranis engalanados, cabritos minúsculos, cordero cocinado al fuego lento, niños pastores protegiendo a sus vacas, cebras en un tiempo detenido.


Lentano continuaba la marcha. el baston hecho a base de cinceladas a machete, sostenido sobre los hombros, los dos brazos colgando.

Se limpiaba los dientes con una ramita arrancada. De vez en cuando se daba la vuelta y me sonreía.


Quería echar a correr o tirarme en la hierba o acercarme a un burro pastando o copiar la postura de Lentano.

Lo quería todo y lo tenía todo.

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El calor conseguía secarme sin necesidad de toalla.
Caminaba por la orilla del Índico.
Y había niños jugando en la orilla, su piel oscura resplandecía todavía por un sol que se apagaba.

Miraba a dos musulmanas meterse en túnica dentro del océano.
Jugaban con el agua absolutamente ajenas a mi mirada.
A lo lejos, casi en el horizonte del mar con el cielo,
se alzaba un petrólero como un titán griego de metal.

Por la noche fumaba cigarrillos de Bangi desde el hueco de la ventana de Greenwood Lane.
Y miraba el mar y las estrellas y la luna
Y escuchábamos Cat Empire
Y de ver en cuando, la cortina blanca hac'ia alguna pirueta debido al viento.

Y nos reíamos de la vida y nos considerábamos afortunados
De estar en Mombasa.

http://www.youtube.con/watch?v=Wnt9gUmxoA4












sábado, 17 de abril de 2010

Diamonds on the soles of their shoes



Y derrepente la vida da otra vuelta más de tuerca.


Y te encuentras sola, y enferma y deprimida.

Y se apoderan de ti pensamientos oscuros.

Y si muero?

Tantas y tantas cosas que jamás podré llegar a hacer!


Todavía no he cruzado la Panamericana.

Ni he visto mi reflejo en los ojos de mi hijo.

No he ido a aquel parque del que me hablaron hace tiempo

Ni he volado en globo.


Soy muy jóven! Tanto!

No quiero truncarme así

No quiero ser una enferma, débil, miserable y desganada.


Llegué a pensar incluso en la canción que se escucharía en mi funeral.

Mi familia en negro.

Estaba tan asustada!


Pero derrepente, la enfermedad comienza a dar paso a la vida.

Y quieres salir de la cama que se ha vuelto tu prisión.

Y descubrir de nuevo el mundo que ya te parecía viejo y decrépito.

Y estar con los que quieres.


Y saltar! Qué afortunada soy de poder correr!

De poder dibujar formas con un pincel y un poco de color ocre.

O de reirme a carcajadas.


Africa es absoluta

Te da una visión de la vida que jamás hubiese podido imaginar.

El encuadre cambia

y la sonrisa y la pena se dibuja a hierro en tu cara.


T.I.A. my friend.

lunes, 12 de abril de 2010

Me quedo con los atardeceres de Mombasa

17 días después
17 días después del camino de lodo y moscas que me sacó del Serengeti, me llevó a Mwanza y de allí, a Kenia.

Ahora vuelvo a estar aqui, en el mismo cuarto de hotel que hace 17 días. El número 32.

Pero hoy las luces son distintas sobre el lago Victoria.
Y ya nada me parece del mismo color.

Me vienen imágenes en ráfagas de los últimos días a la memoria

Lentanó preparando Chai al fuego de nuestro campamento de Loita.
Mi hermana rodeada por niños en la Manyatta, cerca del bosque de los niños perdidos.
Naftalí intentando sacar el Land Rover del océano de fango en Nakuru.
Baraka.
El Morani caminando hacia nosotros de la nada y dirigiéndose a la nada.
La primera vez que ví al fiel Fuad en el aeropuerto, esperando a mi llegada a Mombasa.
Los trillizos de Benardo en la piscina.
Iñigo en el alféizar de su ventana retro que mira al mar de Greenwood Lane.
Los atardeceres de Mombasa.

Y esos recuerdos serán para siempre.
Porque puedo decir, que cada uno de ellos, cada matiz o cada detalle, aún aparentemente insustanciales han sido vividos de forma espontánea.

Y la eternidad, queridos, no es el mar.
La eternidad es la intensidad.

Ya son las ocho de la tarde, y se oyen, a lo lejos, los cantos que llaman a la mezquita.
Os voy a pedir permiso, para que me permitáis espaciar las historias y relamer hasta el último punto de luz o sonido de ellas.
(Me imagino el frustrante tintineo de una cuchara llegando al fondo del tarro de yogur.)

Así, que os voy a pedir que seais pacientes y que, desde la soledad del Serengeti,me dejéis enumerar y seleccionar los recuerdos de este viaje.
Descartando las fotos desenfocadas y calando en los detalles.

This is Africa, my friend.
El lugar del absoluto: Libertad, miedo, esperanza y valor.

El lugar del infinito,
Y de la eternidad.